viernes, 1 de abril de 2011

Nueva York. Diciembre 2146.

La lluvia golpea las ventanas del piso 45 del Empire State Building. El cielo, encapotado y de un color violáceo, no parece querer dejar de descargar agua. El viento azota los árboles con fuerza huracanada. Hoy se cumplen 10000 días del acontecimiento que cambió las vidas de tantos millones de personas. El inicio de la dictadura mundial y de un régimen opresor que acabaría con todo tipo de libertad humana. Veintisiete años de pseudoesclavitud disfrazada de falso comunismo igualitario. Veintisiete años de continuas revueltas de valientes opositores que osan enfrentarse al régimen, de encarcelamientos en masa y auténticas masacres. Pero la población humana sigue en aumento. Ya son 10000 millones de personas. El Presidente ha prohibido cualquier tipo de control de natalidad, y muchas mujeres son víctimas de constantes abusos, los cuales no son penalizados de ningún modo. Se ha implantado un férreo sistema educativo cuyo propósito, inicialmente de “formar ciudadanos de mundo”, ha derivado en formar máquinas que obedecen y siguen al líder como perritos falderos. Hay una total falta de moral, de escrúpulos, de solidaridad. Sólo existe el deseo de supervivencia en este duro planeta, un instinto de subsistencia que obliga a todos los ciudadanos a preocuparse únicamente por ellos mismos. Las mascotas han sido prohibidas también, al ser un signo de distinción entre personas. De todas formas, ya no quedan muchos animales en la Tierra. Llueve los 365 días del año, y hay tormenta unos 200. El cielo tiene permanentemente una tonalidad violácea, y nadie ha visto un rayo de sol en décadas. Todas las fábricas y centrales nucleares están en pleno funcionamiento, ya que todo el mundo tiene empleo fijo (fue una de las promesas que hizo el Presidente tras alzarse con el poder). La concentración de gases tóxicos ha llegado a niveles de sobresaturación, y partículas radiactivas flotan en el aire que se respira diariamente. Las enfermedades cardiorrespiratorias, no obstante, han disminuido al haberse adaptado el hombre a estas sustancias tóxicas. La energía nuclear es la base de toda la economía de la Tierra, y varios accidentes – o eso quiso hacer creer el Presidente – han causado estragos en muchas regiones, convirtiendo el 20% de la superficie terrestre en terrenos baldíos, desérticos, despojados de vida. El frío es un componente fundamental de la vida, las estaciones han desaparecido para dar lugar a un invierno permanente. El estado anímico de las personas es igual que el de su ambiente, personas frías, distantes, vacías de vida y de felicidad.

Desde la ventana de su despacho en el piso 45 del Empire State Building, Kayleigh Wilson observa el tráfico de la ciudad, los caminantes, con prisas, intentan no llegar tarde al trabajo. Deja escapar un suspiro. “¿Qué estamos haciendo?”, se pregunta. “¿Cómo hemos llegado a esto?”. A sus veinticinco años, no sabe lo que es vivir fuera de ese régimen, pero recuerda las historias de su abuela, historias de esperanza, de ilusión, de la felicidad de los tiempos pasados, cuando Central Park aún era verde y rebosante de vida. Historias que dejaron una importante huella en ella, y sus ansias de libertad crecen cada día que pasa en su monótono trabajo para una empresa energética. Es una firme opositora al régimen dictatorial, pero se siente incapaz de pronunciarse. No encuentra motivos para hacerlo. “Además” – piensa – “no cambiaría nada. Una persona no puede enfrentarse al mundo sola y esperar que cambie. Lo único que conseguiré es que me maten como a tantos otros que se atrevieron a hacerlo antes que yo.” Se sienta en su mullido sillón y da vueltas sobre sí misma. Es la única diversión que le está permitida. Después de girar un par de veces, se oye una voz por el interfono colocado en su mesa: “El señor Grayson acaba de aterrizar.”

Mientras tanto, en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York los pasajeros del vuelo procedente de Londres se apresuran a coger sus maletas y marcharse cuanto antes de allí. Los duros controles vigilan todo el equipaje que sale por las cintas y cachean a todos los pasajeros antes de dejarlos salir. Matthew Grayson, joven abogado londinense, busca un taxi que le acerque a Manhattan rápidamente. Tiene una importante reunión con una empresaria de la empresa energética más grande – y única que hay – del mundo. Tras meterse en el taxi y saludar al conductor como marcan las normas, sale disparado hacia el Empire State Building. El vehículo acelera sobre el asfalto mojado, la lluvia y el frío empañan los cristales, dificultando la circulación. Matthew divisa a lo lejos el Empire State, tras un duro esfuerzo de ver más allá de la neblina que envuelve la ciudad. Sale del coche – sin pagar, ya que con el nuevo sistema los taxis se convirtieron en bienes de la comunidad, financiados por el Estado – a toda prisa, entra en el edificio y pulsa el botón 45.

Unos nudillos llaman a la puerta. Una, dos, hasta tres veces. “Adelante” – dice Kayleigh. Ante ella aparece un joven moreno, chorreando agua por todos los costados. Matthew observa la sala con detenimiento. Su sobriedad no le sorprende. Ni siquiera su estado ruinoso. Tras el golpe de Estado, el gobierno del Presidente había prohibido cualquier tipo de lujo o distinción, impidiendo así el avance de la tecnología. El progreso del hombre se había detenido, convirtiendo a la humanidad en un ejército de robots programados para ordenar. Lo que no sabía el Presidente – al menos no en la medida que debía – es que algunos de esos robots se habían convertido en autómatas.

-Matt, tengo que decirte algo.
-Antes de que puedas decir nada, traigo buenas noticias. Mis aliados están preparados en Londres. Nuestro plan está funcionando a la perfección.
-No, no lo está.
-¿Qué quieres decir con eso?
Kayleigh toma una bocanada de aire antes de responder.
-Nos han traicionado. El Presidente lo sabe. Me vigilan. Nos vigilan. Todos y cada uno de nuestros movimientos.

Matthew deja caer la carpeta que lleva en sus manos antes de desplomarse en el suelo. Todo ha sido en vano. La esperanza ha desaparecido. La libertad se ha extinguido. Un futuro oscuro acecha, oscuro como el cielo que cubre Nueva York. Se escucha un trueno. Un relámpago ilumina la ciudad. La tormenta regresa. Pero quién sabe si volverá la calma algún día.

4 comentarios:

  1. SIGUE ESCRIBIENDO ESTÁ GENIAL ! :)

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  2. Me encanta, tiene muy buena pinta.
    Un beso (azucarado como siempre)

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  3. Ay, jó. ¿Cómo es que no sabía yo que escribías tan bien?
    Me halagas a mí, pero vaya... ¡Si me das mil vueltas! (y encima este escrito lleva tu esencia inconformista y luchadora por todos lados, es de lo primero que me he dado cuenta).

    Al ser un prólogo no he podido ver mucho ni de Kayleigh (¿cómo lo pronuncias? ¿keyliz?) y de Matthew, pero lo suficiente para adivinar que están luchando en contra del gobierno opresor que ha tomado las riendas. Me ha encantado ese detalle del tiempo atmosférico, de cómo hay tormentas más de la mitad del año... Tiene sentido, es algo que a mí no se me habría ocurrido y que me ha gustado muchísimo. Le dan un toque único.

    Que ambientes la historia en Nueva York es otro detalle que, ay, me encanta. Si tienes alguna duda superficial sobre Nueva York que yo podría responderte, no dudes en preguntarme, ¿va? ¡Sé lo difícil que es ambientar una historia en un lugar que no conoces prácticamente nada!

    No me atrevo a ponerme crítica porque no sé si vas buscando un comentario constructivo, así que sólo te diré que rawr, me encantaría saber más sobre este mundo que has creado. He visto a la Tierra de hoy en día, en la que vivimos todo el día, sumergida bajo ese régimen. He podido creérmelo, porque el mundo actual es mezquino y egoísta y cruel. Podría imaginarme algo como esto pasando, de la misma forma. Y eso es algo que consigue muy poca gente.

    Muchomucho ánimo, ¡y aquí me tienes si necesitas alguna opinión sobre un borrador o algo! (si me lo pides, prometo hacerte un bueeeeen correo de crítica constructiva).


    (abrazo fuerte)
    (:

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    1. Jopé, que tú digas estas cosas es algo que me halaga muchísimo. Muchas, muchas gracias por tomarte un rato de tu tiempo para leer esto, y gracias por todos los comentarios.

      Yo Kayleigh lo pronuncio /keili/, como si fuera "Kaylee", y ya verás lo que se tienen montado ella y Matthew (y más personajes que a lo mejor algún día os presento). Muchas gracias también por lo de NY, si necesito ayuda no lo dudes, te consultaré ^^

      Me inspiré en el mundo actual y en lo que podría suceder si seguimos así en unos años. Supongo que leer tantas distopías es lo que tiene (:

      ¡Un beso graaaande! ♥

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